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Capitalismo

 

En primer lugar, Weber sugiere que hay que desprenderse de la idea de que el capitalismo significa “afán de lucro”, “tendencia a enriquecerse”, sobre todo monetariamente, en el mayor grado posible, dado que esto, según él, “es algo que nada tiene que ver con el capitalismo”, sino que son tendencias que se encuentran en todas las clases y condiciones humanas. De hecho, el capitalismo debe considerarse como opuesto a este deseo irracional.

En cambio, este se identifica con una aspiración a la ganancia lograda con el trabajo capitalista incesante y racional, la actividad planeada y ejecutada en orden a una rentabilidad. Cuando se aspira de modo racional al lucro de tipo capitalista, la actividad correspondiente se basa en un cálculo de capital (Weber, pág. 9).

Si bien en todo el mundo ha habido comerciantes, prestamistas,  especuladores  fianancieros, empresarios, estos siempre han sido de carácter irracional y especulativo. Pero Occidente ha conocido una forma de capitalismo distinta: la de la organizacón racional-capitalista de trabajo formalmente libre. Todas estas características del capitalismo occidental deben su importania a su conexión con la organización capitalista del trabajo (Weber, pág. 14).

 

(Weber, M. (1985) La ética protestante y el espíritu del capitalismo, pág. 5-79)

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